Junio se acerca, y con él la llegada
del verano y de la asamblea “Arronti” de Podemos Cantabria: la
asamblea que definirá las líneas políticas estratégicas de
Podemos Cantabria durante los próximos dos años. El proceso ya ha
comenzado, y nos encontramos en la fase de debate y propuestas, que
debe llevarse a cabo junto a la “sociedad civil” (lo que antes se
llamaba “la gente” o “el pueblo”).
Unidos Podemos, la confluencia de
Izquierda Unida, Podemos y otros partidos de izquierdas que se
presentó el 26J a las elecciones y obtuvo 71 diputados en el
Parlamento nos marcó el camino a seguir: una fuerza parlamentaria
que, si bien es aún insuficiente para propiciar un verdadero cambio,
ha asentado en las instituciones el deseo colectivo de un futuro
nuevo.
Los cercanos procesos de Vistalegre 2
también marcaron el rumbo colectivo que una mayoría decidió:
unidad y humildad, era la consigna. Unidad, porque es el único
camino. Humildad, porque el proyecto de cambio y de futuro debe estar
por encima de los personalismos. Permanecer unidas y centradas en lo
que nos une, lo que queremos cambiar, es lo que nos hace avanzar.
Iniciar el debate público sobre el
modelo que queremos para Cantabria no debe ser sólo un imperativo
orgánico de un partido: todos los agentes sociales y colectivos
deben participar, porque estamos hablando del futuro para Cantabria,
la tierra donde viviremos. Necesitamos arrebatar el control de
Cantabria a la “tramuca” (la trama en versión Cántabra) y
devolvérselo a la gente que trabaja y vive aquí, la que sufre los
recortes, el paro y la precariedad.
Obviamente debemos tener claro a quién
representamos: no debemos, jamás, equivocarnos de bando. Venimos de
la indignación, de un movimiento impugnatorio no sólo de la
corrupción y los recortes, si no de todo el llamado “régimen del
78”. No debemos olvidar nuestro origen en aquellas plazas hace ya
seis años, cuando miles de personas gritaban: “¡No nos
representan!”. Debemos aspirar a representar a esa mayoría social,
no olvidando jamás de dónde venimos.
Dicho esto, quiero hacer hincapié en
el mismo concepto de democracia: democracia es decidir, es decidirlo
todo. Por ello, disiento cuando se afirma que “Arronti” es una
propuesta valiente, puesto que se tratará de una asamblea limitada
que tendrá como “techo de cristal” los documentos de Contigo
Cantabria, votados hace un año. Aunque en su momento sirvieron para
el renacimiento de Podemos Cantabria, creo que una parte ha quedado
obsoleta: no se puede hurtar el debate a la gente, y si vamos a
debatir sobre la Cantabria que queremos no podemos tener límites en
el debate.
Incluso la misma organización
territorial de Cantabria debería ponerse en entredicho: somos una
comunidad pequeña, de poco más de medio millón de habitantes, y
nuestro territorio está dividido en 102 municipios, muchos de ellos
subdivididos en pedanías. Retomar la ley de comarcalización del 99
y marcarse como objetivo cambiar administrativamente Cantabria de los
102 municipios actuales a las 10 comarcas históricas sería muy
beneficioso, sobre todo para las zonas rurales, muchas veces
infrafinanciadas por el centralismo santanderino.
Muchas veces nos referimos a la “mala
gestión”, entrando en el lenguaje y las dinámicas del PP-PSOE:
también debemos desterrar de nuestro vocabulario esa expresión. No
son malos gestores, no es que hagan las cosas mal porque no saben:
las hacen bien, muy bien. Pero muy bien para los suyos. Gobiernan
para las grandes empresas y los bancos, y en contra de la ciudadanía.
No tenemos que decir que seremos buenos gestores: tenemos que decir
que gobernaremos para la gente, para las familias empobrecidas por la
crisis, para quien no llega a fin de mes.
Igual que señalamos al PP y al PSOE
como “la casta” o “la trama”, debemos perder el miedo a
señalar también al PRC de Revilla. Su negativa a cumplir con el
pacto de investidura (a cambio de la abstención de Podemos)
demuestra que nunca tuvieron voluntad de cambio, ni de hacer
políticas por y para la mayoría social de Cantabria. Muchas anchoas
y quesadas, pero de renta básica para la gente que realmente lo
necesita, nada.
Sabemos que la democracia interna es
muy importante, y no hay duda de que en Podemos somos campeones en
este aspecto, con numerosas consultas a los inscritos e inscritas.
Sin embargo, siempre se puede mejorar en este aspecto, hasta llegar a
una democracia orgánica plena: debe devolverse a los círculos el
poder que tenían en los inicios de Podemos, que cada militante pueda
proponer, debatir y decidir. Una asamblea ciudadana no debería ser
algo puntual y excepcional: debería ser algo muy común en Podemos,
debería ser la asamblea quien marque las líneas políticas a
seguir.
Igualmente debemos plantear el modelo
económico que queremos para Cantabria: aunque el paro ha descendido
ligeramente, la precariedad, los contratos basura y el empleo
estacional han crecido enormemente. El modelo basado en el turismo no
trae más que precariedad y miseria para la mayoría. Es necesaria
una reindustrialización urgente del corazón de Cantabria y
ambiciosos planes de empleo que redunden en beneficio de la gente de
Cantabria y no de las empresas, como hasta ahora.
Oscuros tiempos se avecinan si desde
Podemos no somos capaces de ofrecer una alternativa al modelo
neoliberal vigente. Ya sabemos que “Unidos, Podemos”, pero hay
que lograr una unidad real de todos los sectores y colectivos que
tengan voluntad de cambio. El camino a seguir debería ser una Marea
Cántabra que agrupase y cohesionase todas las fuerzas de izquierdas
y comprometidas con la ruptura con este modelo; una marea que ofrezca
una alternativa real a este modelo, y no sólo reformas de corto
alcance; una marea que suba, y que limpie toda la corrupción y la
desigualdad de esta tierra nuestra.
No podemos desperdiciar esta
oportunidad: “Arronti” debe abrirse completamente, y de ella debe
surgir un mandato claro de conformar una Marea Cántabra, desde
abajo, desde los municipios y las calles. Una marea que no olvide de
dónde viene, y que sepa muy claro hacia dónde va: una marea que
cambie Cantabria y ofrezca un futuro a toda la gente que vive aquí y
a toda la gente que se tuvo que marchar. El futuro de Cantabria está
en juego, y nos toca mover ficha.