martes, 29 de mayo de 2018

¿HACIA DÓNDE VAMOS?



La actividad que menos le gusta realizar al cerebro humano es pensar. Pensar cuesta, pensar duele. Te hace darte cuenta de cosas, y puede echar abajo tus ideas, tus convicciones, en definitiva, tus prejuicios y tu mundo. Por eso, la gran mayoría de cerebros prefiere dedicarse a cualquier otra actividad antes que a pensar: ya sea recordar, o seguir un ritmo real o imaginario, o perderse en ensoñaciones. Por eso es tan dura la militancia política, porque el primer deber de un militante es pensar por sí mismo.

Por eso, muchas veces nos dejamos llevar por lo que dicen otras personas, por lo que dice la tele, o los medios, o el cura, o el presentador del programa de deportes o cotilleos, o el Facebook. O el bufón de la corte. Nos tragamos ya no enormes mentiras (que también), si no también planteamientos falaces que no resistirían una reflexión. ¿Y por qué? Bueno, es la falacia ad consequentiam, es decir: “eso no puede ser así, porque eso significaría que soy imbécil.” La vemos constantemente, forma parte de nuestras vidas, como la falacia ad hominem (que viene a decir algo así como “me da igual que tengas razón; hueles a vino”).

Sólo así se puede explicar sonadas frases como aquella del “periodista”Álvaro Ojeda de “a mí no me roba un comunista, a mí que me robe la derecha”. Sólo así se puede explicar que el PSOE no se haya descalabrado, que tanta gente vote al PP, que Naranjito no pare de subir. Demagogia. Falacias, una tras otra, hasta meternos en un mundo ilusorio en el que los mismos pilares que lo sustentan son mentiras. Vivimos en una fantasía delirante en la que la falsedad es la norma. Nos tragamos las mentiras de los nuestros, y denostamos las verdades del oponente.

Y a quien se atreva a decir la verdad, a pinchar con sus palabras esta confortable burbuja de mentiras, a quien nos quiera obligar a reflexionar y pensar, lo denostamos, lo convertimos en un paria. Nadie quiere escuchar la verdad, y menos si es sobre su gente.

Pues no, no se trata de eso. Vinimos a hacer las cosas de otro modo. Aún recuerdo aquel cartel en el 15M: “Nos mean, y la tele dice que llueve”. Nos rebelamos contra aquella dictadura de la mentira, diciendo que NO NOS REPRESENTAN, que LO LLAMAN DEMOCRACIA Y NO LO ES. Denunciábamos la mentira imperante del régimen, denunciábamos a quienes vivían en la opulencia mientras privatizaban todo lo público.

¿Y dónde estamos a la vuelta de siete años? Pues aún no lo tengo muy claro. Hace siete años no me imaginaba en un partido político con representación parlamentaria, pero desde luego que no me imaginaba que ese partido “de los de abajo”, “del 99%”, que iba a ser el azote del régimen del 78, iba a estar inmerso en una consulta para avalar que el secretario general y la portavoz parlamentaria deban seguir en sus cargos tras comprarse una mansión con casa de invitados, piscina y 2000 metros cuadrados de terreno. Igual es que me perdí aquella asamblea del 15M en la que se hablaba de chalets. O quizá fue en alguna asamblea de círculo.

El caso es que, pese a que no se ha podido esgrimir un solo argumento coherente para defender el SI en la consulta (sentimentalismos, o mezclar churras con merinas hablando de niños o de intimidad, o de legítimamente ganado; el tema no va de eso), el líder se ha impuesto a sus críticos con un 68% de los votos. ¿Qué fue de aquello de pensar por uno mismo? He escuchado argumentos delirantes, como “si votas que NO estás en el bando de Inda y la máquina del fango” (Pues en el otro lado estaban Ansón y Marhuenda...), o como que hay que apoyarles frente al enemigo, cueste lo que cueste (“¿Pablo, sé fuerte?”). Argumentos híper-cuñados que esperaba no escuchar jamás en una organización de izquierdas y plural que se dice heredera del 15M.

Y lo peor de todo: el bufón de la corte. Con más vocación de tertuliano del corazón que de político, este personaje chillón y follonero incumple la labor bufonesca de reírse del líder, y actúa cual mastín feroz con cascabeles, protegiendo a su amo. No le importa hacer el ridículo en uno y mil platós de televisión, hablando de ecografías cuando le preguntan por la coherencia. ¿Que le preguntan si le parece coherente? “Pues mire usted, lo que no me parece coherente es lo de esta otra cosa”. ¡Pero responde, no te vayas por peteneras! Menos mal que no tienes sentido del ridículo, porque si no, lo pasarías muy mal.

Y tenemos un chalet de 600.000€ avalado por dos tercios de la militancia, una dirección cada vez más alejada de la gente a la que dicen representar, una militancia hooligan que es incapaz de cuestionar a sus líderes, hagan lo que hagan, y una organización en la que el debate es inexistente y la opinión contraria al líder es tabú.

Para rematar, los Morancos han hecho otro de sus vídeos musicales, sólo que esta vez no se burlan del PP o de Urdangarín: hacen mofa del líder y su “casoplón”. Pero a mucha gente de Podemos este vídeo ya no les hace gracia como los anteriores. Lo llaman “humor rancio y casposo”, y recuerdan que uno de los Morancos mató a un felino a tiros de escopeta. Otra vez ejemplos de falacia ad hominem (“son cutres y casposos, da igual que lo que digan sea verdad”) y ad consequentiam (“lo que dicen tiene que estar mal, porque si no, significa que he estado apoyando a hipócritas”). Mentiras, malditas mentiras, falacias justificando lo injustificable, gente que no piensa, sólo sigue al líder. ¿Partido o secta?

Y el bufón de la corte amenazando con la escopeta de las purgas...